Entre los veinte y los cuarenta y cinco, estimados y estimadas colegas, todos los varones urbanos de clase media mínimamente estetizados podríamos tranquilamente tener la misma edad. Mismos cortes de pelo, modos de vestir, de hablar, de postergar la paternidad… Hay, por cierto, algo inquietante en la tendencia masculina citadina a ser padres después de los cuarenta: si los futuros hijos la continuaran, conque llegaran a estirarla sólo unos añitos más, en un par de generaciones nos habremos extinguido, si bien no como padres, al menos sí como abuelos.