La vida es caminar por la calle principal de una
ciudad balnearia en invierno.
Te siguen los perros
Se apaga el cigarro
Los postigos de madera se golpean a tu paso
Planea entre la bruma la túnica que el viento le
voló a un espectro…
Y de repente, entre lo percudido del vidrio de una
rotisería muerta, yerta hasta diciembre declarada en siesta,
tu corazón se detiene.
Refregás tus ojos
Acercás la ñata y lo ves:
Mezcla de verruga y polizón,
un pollo al spiedo.
Uno solo. Solito exhibido, ahí, en ese escaparate
dormido
Te mira perdido, como congelado en el tiempo
Estalactitas de grasa penden de su cuerpo…