viernes, 11 de octubre de 2019

Sobre el humor político (o breve historia de la risa)

1. El humor televisivo hegemónico de los noventa era la burla. Nos reíamos del otro y esa otredad tenía dos grandes vectores. El otro era el ciudadano común al que sorprendíamos filmado en cámara oculta, jodita cómplice, broma telefónica o blooper (línea Video Match); o era el político profesional denostado por el ciudadano común a través de sus representantes fiscalizadores mediáticos (línea CQC). La legitimidad del humor de esta segunda vertiente estaba dada por el ambiente anti-corrupción de la fiesta menemista. La parodia Gran cuñado, confluencia entre la línea Pergolini y la línea Tinelli, sintonizaría unos años más tarde con el “que se vayan todos” delarruista, climax de la mal llamada anti-política.