1. El humor televisivo hegemónico de los noventa era la burla. Nos reíamos del otro y esa otredad tenía
dos grandes vectores. El otro era el ciudadano común al que sorprendíamos
filmado en cámara oculta, jodita cómplice, broma telefónica o blooper (línea
Video Match); o era el político profesional denostado por el ciudadano común a
través de sus representantes fiscalizadores mediáticos (línea CQC). La legitimidad
del humor de esta segunda vertiente estaba dada por el ambiente anti-corrupción
de la fiesta menemista. La parodia Gran cuñado, confluencia entre la línea
Pergolini y la línea Tinelli, sintonizaría unos años más tarde con el “que se
vayan todos” delarruista, climax de la mal llamada anti-política.
ficción cultural; ensayo práctico; guionismo humorístico; lecturalia; monólogo teatral; cosas que son muy largas o muy oscuras para las redes; texto en avance; todo salvo las publicaciones académicas; todo salvo las pastillitas rándom; todo salvo la narrativa zen y no hay lugar al que llegar; archivo 2012-2023 online
viernes, 11 de octubre de 2019
Sobre el humor político (o breve historia de la risa)
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