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miércoles, 30 de junio de 2021

Literatura argentina, medios y economía política

 

1. Alguien, algún amigo o amiga, podría hacer una historia reciente de la literatura argentina. La historia de las transformaciones en los modos de leer, de escribir, editar, reseñar, publicar, premiar, en, supongamos, los últimos treinta años. Entendiendo que esos modos son en sí mismos construcciones dinámicas, conflictivas, ¿cómo han ido alterándose en sincronía con series tales como la precarización del periodismo cultural, el aumento del precio del papel, el alisado de las ciudades, los cambios de signo partidario en la gestión del estado o la pantallización creciente de la vida? En Ficciones culturales -compilación de inminente aparición- he hecho algo de esto, proponiendo una forma de la crítica literaria desde la parodia. No obstante, necesitamos a alguien con vocación investigativa y rigor analítico posta. Capaz de preguntarse, por ejemplo, si en la reducción del lenguaje a medio de comunicación no hay también una financierización; o de indagar relaciones entre parcelización temática de la realidad y economía neo-extractiva.

sábado, 12 de septiembre de 2020

Veinte hipótesis sobre comunicación conectiva*


1. En el fondo, muy en el fondo, si algo demuestra la disyuntiva planteada entre economía y vida es que la economía, así como la conocemos, es algo que no tiene nada que ver con la vida. No al menos con la vida entendida como existir, que no es lo mismo que funcionar. Son dos lógicas distintas. Existir supone conflicto, inadecuación, tiempo muerto, incomodidad. Funcionar supone funcionar.
2. La novedad del sueño técnico, dice Christian Ferrer, es que el cuerpo vale ya no en nombre de ninguna interioridad a preservar o fortalecer sino como cosa en sí misma. Que rinde, produce y se concibe a la manera de las máquinas, articulando criterios progresivos de maximización y utilidad. Y si para la mentalidad técnica el cuerpo es máquina, ¿por qué no se iba también el lenguaje a maquinizar?
3. El poder para Foucault es productivo. Opera no tanto en lo que prohíbe como en lo que hace-hacer. El poder en el lenguaje para Barthes, igual. Está no tanto en lo que censura como en lo que hace-decir. La inercia poderosa del funcionar se refleja en nuestros días en la imposibilidad de desconectarse. Los automatismos discursivos y las inercias lingüísticas, por su parte, adoptan las formas del emitir.

jueves, 6 de agosto de 2020

Sobre la escritura, la vida y el rendimiento en las instituciones educativas

1. Escribir es cumplir. Eso es así. En los últimos años trabajé con docentes de secundario, estudiantes de posgrado e ingresantes universitarios y leyéndolos pude ir encontrando dos o tres problemas sobre los que podríamos inventar un espacio. Pero todo lo que se diga ha de ser dicho teniendo en cuenta esto: que la escritura en las instituciones educativas está asociada a tarea, proyecto, evaluación, examen, acta, prueba, entrega… Una práctica que queda siempre vinculada a algo más formal-administrativo que investigativo-personal.

2. Imagino a veces a mis cursantes como participantes de unas redes de contrabando. Los visualizo arriesgando su integridad al meterse en los precarios pasillos del spam virtual a buscar resúmenes de dudosa procedencia y mala calidad. No se trata de ponerse legalista ni moral, ya veremos que no. Sólo quiero contar, para empezar, algo que probé en un curso. Un razonamiento que tuve cuando entendí que el examen escrito presencial tradicional lo único que en el fondo logra, más allá de las buenas intenciones, es alimentar el mercado negro del pastiche y fomentar el tráfico de síntesis de segunda mano.

jueves, 5 de septiembre de 2019

Diario de escritura, ciudad, generación y trabajo (V)

Y entonces, podría decir un crítico, como todas, ésta es la historia de alguien. De uno que, en su búsqueda de volver a sentir las cosas, termina inventando un narrador y logra lo imposible. Te dice qué energías activar, qué tipos de trabajo te conviene tener, en qué barrios vivir, qué canales vaciar, qué hacer con las tecnologías, con qué preguntas testear los textos; te habla de dar clases como un escritor y de analizar la actualidad y hacer lecturas como un escritor… En definitiva, termina gestando algo así como un método y una ética de escritura. Tester y ethos. Los aportes que deja al común. Esas dos zonas. Sin haber escrito él mismo nunca, narrativa, ni una sola página.

jueves, 9 de mayo de 2019

Diario de escritura, ciudad, generación y trabajo (IV)


El hombre, tenso, se mide con la casa nueva. Son dos animales, el hombre y la casa nueva, que se estudian los movimientos. Si como suele decirse, una ciudad es un tejido de relatos, entonces podría afirmarse que a uno se le cambia el narrador cuando se muda de barrio. Narrada ahora desde el sur, lejos quedan mis viejos corredores de vitalidad. Corredores no son necesariamente las zonas por las que viviste sino aquellas por las que nunca te cansarías de andar. Ángel Gallardo-Parque Centenario-Warnes; Santa Fe-Scalabrini Ortiz-Corrientes-Medrano-Rivadavia... La ciudad pasa a tener otros límites y en la trama cambian los personajes. Al principio no te hallas y eso asusta. Pero no hay problema. Es que el cableado grueso del cerebro se salió del carril habitual y está creando otros surcos, actualizando los rieles, un supermercado chino nuevo, nuevos hábitos.

martes, 21 de agosto de 2018

Diario de escritura, ciudad, generación y trabajo (III)


Escribir para no ser escrito. De acuerdo. En principio, por las novelas familiares que nos hablan. Después -y sobre todo- por los automatismos discursivos de la época. La que narra en nuestra familia es mi abuela paterna. De mi mamá no sé casi nada. Mi madre se deja narrar. Es así en la memoria. De boca de la rama materna de nuestra familia no recuerdo haber escuchado historias…  
El tío Leonardo echó a Rucci de su estancia en el norte porque envalentonaba a los peones. El tío Tito atropelló a un mendigo en la ruta, en Chaco. Era de noche, y cuando se bajó y vio lo que había hecho, le dio tanta impresión que volvió al auto, agarró el volante y se murió de un infarto. A mi abuelo Eduardo lo echaron de la gerencia de Acindar por ser honesto. Nunca antes se lo había visto llorar. Fui el primero en descubrir que mi mamá estaba embarazada. Tenía un año y medio…

domingo, 15 de julio de 2018

Diario de escritura, ciudad, generación y trabajo (II)


Por lo general pasa que me siento a dejar pasar el tiempo en los bancos de las plazas. Que después entro, y leo, y me quedo un buen rato en los bares. Que camino, sin demasiado rumbo planificado por los barrios y las calles de la ciudad. Así suelen ser mis atardeceres. Si alguien viera la secuencia desde afuera, seguramente no vería a un bohemio, ni a un flaneur benjaminiano, ni a un errante ético, ni a un infiltrado en misión clandestina. Tampoco vería a un situacionista en deriva peatonal ni a un romántico: vería, simplemente, a alguien que está solo y que no tiene que ir a ningún lado.

miércoles, 6 de junio de 2018

Recomendaciones para leer (#Columna 6)


1. Volver de vacaciones se parece cada vez más a un split en verano: lo apagás y al minuto ya hace calor de nuevo, no quedan marcas en el ambiente ni en el cuerpo, como si nunca te hubieras ido a ningún lado. La subjetividad split es contemporánea de esta otra afirmación: hoy no estamos en soledad cuando nos quedamos solos en casa sino recién cuando salimos a la calle a hacer alguna tarea. Esto es algo que podría decir Jonathan Franzen. O el compañero Agustín Valle.

Por mi parte, lo pude comprobar yendo a trabajar a Santa Fe, cada quince días, durante más de dos años. Me la pasaba en autos o en reuniones, rodeado de abogados, funcionarios, choferes y policías; y en tiempos en que la gestión del ocio es una ocupación agobiante (dónde ir, cómo encontrarse, qué música escuchar, de dónde bajar los subtítulos), cada viaje intensivo de esos resultaba liberador. Al contrario del mini turismo, volvía renovado. Una fiesta del descanso por vía de la súper agenda y la hiper-reunión. La esfera pública era un remanso.

viernes, 16 de marzo de 2018

Crítica Literaria



“El cuento minimalista tipo carveriano, la crónica, ahora parece que el perfil. Por alguna razón, los géneros que se ponen de auge suelen ser aquellos más bien reglables y mediados por un componente de procedimiento. Por lo general, esos géneros tienen taller. A diferencia de la novela, que tiene clínica. O del ensayo, que no tiene nada […] La dolorosa declinación del ensayo en manos de los talleres literarios agrupados junto a editoriales y oficinas de publicaciones en la zona de la ciudad recientemente declarada Distrito Literario, prefiguraba los aires de normalización, ordenamiento y fascismo vecinal que en la aciaga hora se respiran” (Carta abierta enviada desde el exterior a los suplementos de cultura de los principales diarios. No publicada).

“Tren, Remington, telégrafo. Onganía, Levingston, Lanusse.Metrobus, Kevingston, canil” (Santas trinidades. Historia tecnológica de la sumisión sometida. De la Patagonia rebelde a la cityde nuestros días). 

“Un movilero de televisión, un estudiante universitario de ciencias sociales o un cronista becado por la Fundación Nuevo Periodismo; entran a un barrio, se acercan a un movimiento popular aunque por qué no a una villa, de donde extraen información para trabajo, sacan testimonio para nota, hacen entrevista; sin saber, sin acaso reparar, sin siquiera sopesar que así como los ven, que así como se van, están plantando, están sentando, están montando las bases de un modelo de desarrollo neo-extractivista en toda América Latina” (Viajeros, señoritos, soñadores. Cultura económica reciente en cono sur).

lunes, 19 de febrero de 2018

Notas sobre la angustia del tesista


1. Hacer una tesis es un bajón. Hay que asumirlo como premisa. Frases acongojadas como “me quedó colgada la tesis” o “tengo que terminar la tesis” se escuchan y verifican por igual en las carreras humanísticas, grado o posgrado, en sus distintos niveles. Siempre.

2. A los objetos de investigación se puede llegar por tres vías: por criterios estratégicos de vacancia teórica, por criterios fácticos de familiaridad o por pregunta-problema. Pero si esta última fuese la manera, ¿cualquier pregunta es una pregunta-problema? Y en caso de que no, ¿cómo hace uno para darse cuenta?

3. Un testeo posible: si la pregunta no presupone su respuesta (paradigma Tití Fernández); si no se confunde con duda operativa (paradigma Tutorial); si no se reduce a pregunta retórica de periodismo ciudadano (“yo me pregunto…”); si no plantea supuestos falsos como punto de partida y si, además de estos cuatro indicadores, toca en algún punto algo del universo emocional deseante propio de quien se la formula, entonces es muy probable que estemos ante una buena pregunta-problema. 

lunes, 27 de noviembre de 2017

Diario de escritura, ciudad, generación y trabajo

Cada tanto pasa que me levanto, y de la nada, como si la marca de los anteriores se hubiese borrado de golpe, no lo encuentro, tardo semanas enteras, a veces incluso meses en volver a encontrar el hilo de los días. ¿En qué estaba yo?, ¿qué hacía?, ¿por qué era que vivía acá?, ¿para qué me tenía que levantar?, ¿qué tenía que hacer hoy?, ¿pero qué tenía que hacer hoy? Entonces vuelvo a las páginas de la libreta y releo: me repaso, me subrayo a mí mismo, me agarro a la letra.