sábado, 12 de septiembre de 2020

Veinte hipótesis sobre comunicación conectiva*


1. En el fondo, muy en el fondo, si algo demuestra la disyuntiva planteada entre economía y vida es que la economía, así como la conocemos, es algo que no tiene nada que ver con la vida. No al menos con la vida entendida como existir, que no es lo mismo que funcionar. Son dos lógicas distintas. Existir supone conflicto, inadecuación, tiempo muerto, incomodidad. Funcionar supone funcionar.
2. La novedad del sueño técnico, dice Christian Ferrer, es que el cuerpo vale ya no en nombre de ninguna interioridad a preservar o fortalecer sino como cosa en sí misma. Que rinde, produce y se concibe a la manera de las máquinas, articulando criterios progresivos de maximización y utilidad. Y si para la mentalidad técnica el cuerpo es máquina, ¿por qué no se iba también el lenguaje a maquinizar?
3. El poder para Foucault es productivo. Opera no tanto en lo que prohíbe como en lo que hace-hacer. El poder en el lenguaje para Barthes, igual. Está no tanto en lo que censura como en lo que hace-decir. La inercia poderosa del funcionar se refleja en nuestros días en la imposibilidad de desconectarse. Los automatismos discursivos y las inercias lingüísticas, por su parte, adoptan las formas del emitir.

4. Llamamos emisionismo a todo ese conjunto de mensajes, signos, ondas, señales visuales, textuales y sonoras que emitimos constantemente para mantenernos laboral, subjetiva y económicamente productivos. Formas que operan menos con los criterios orgánicos del querer-decir que con los criterios mecánicos del postear, el responder, el opinar, el comentar, el auto-promoverse o el compartir.
5. Algo más: todo poder siempre engendra una falta. La falta hoy se manifiesta de un modo doble. Por un lado, como deuda corporativa en nuestras plataformas, aplicaciones y pantallas. Hace mucho que no actualizas tu foto de perfil… Por otro, como deuda subjetiva propia del desfasaje que plantea Bifo entre la capacidad exponencial de los emisores digitales y la capacidad finita de los receptores orgánicos.
6. La limitación biológica de nuestro cerebros, ojos y oídos, ese nunca poder llegar a procesar todo lo que en la mediósfera generamos instala la sensación de que siempre hay algo que no llegamos a ver, a leer, algo de lo que tal vez no nos estamos enterando y nos podemos perder. Sensación soporte, por qué no, para el hombre endeudado (Paula Sibilia) y la sociedad del cansancio (Byung Chul Han).
7. La mediósfera está hecha de una convergencia entre distintas materialidades (pantalla, papel, sonido), temporalidades (lo vivo y lo periódico, el directo y el grabado), tecnologías de la palabra (oralidad y escritura), resonancias y predisposiciones, prácticas de producción y consumo de contenidos, broadcasting y podcasting, posiciones de interacción y expectación, mediaciones e hipermediaciones.
8. En la propia materialidad de un objeto está cifrado su sesgo, su predisposición. Por su bajo umbral sensible, las palabras escritas en papel -signos negros sobre fondo blanco- no son algo especialmente atractivo de ver. Si las miramos es por las ideas que viajan en ellas. Su sesgo va tender siempre hacia lo intelectual. Por tener luz en cambio, colores, sonidos y movimiento las pantallas estarán predispuestas a lo espectacular.
9. ¿Qué escena corporal supone la conexión con un determinado aparato? ¿Cómo está el cuerpo en esa escena? ¿Quieto o en movimiento? ¿Solo o acompañado? ¿En silencio o no? ¿Teniendo que prestar atención exclusiva o pudiendo hacer otras cosas mientras tanto? ¿Siendo más interpelado en sus capacidades crítico-reflexivas o en sus fibras pasionales-afectivas? ¿Haciendo qué operaciones para conectarse?
10. ¿Qué modificaciones introducen los aparatos de la mediósfera en el entorno? Entorno en un sentido concreto (la hipertelevisión, por ejemplo, generó una disgregación de “la familia reunida frente al televisor”) pero también en un sentido metafórico. Los neologismos, las nuevas palabras son parte del entorno modificado. Spoilear, googlear, linkear no existían previo a una determinada práctica mediática.
11. ¿Qué grado de resonancia irradian? Una vez que nos habituamos a percibir la vida a través de un medio, seguimos percibiéndola a través de ese medio aún su ausencia. Ejemplo: una vez que incorporamos la escritura, empezamos a estructurar nuestro pensamiento y nuestra expresión a la manera de la escritura, que como tecnología, como matriz mental, sigue resonando también cuando hablamos, no solo cuando estamos escribiendo.
12. Para Mcluhan todo medio extiende y contrae algo. Estimula y atrofia. Desarrolla a la vez que empobrece algo. Ese “algo” puede ser una parte del cuerpo, un sentido, una función o una destreza cognitiva. Los aparatos contemporáneos son máquinas de des-presentificación, dice Valle. Aumentan la posibilidad de acceso al mundo a la vez que disminuyen nuestra capacidad de estar en las cosas.
13. Aumentación y disminución, pérdida y ganancia. En esa clave de ying y yang mcluhaniano podríamos pensar a los objetos de la comunicación conectiva en la actual mediósfera. Desde Twitter a Tik Tok, de Instagram a Zoom, los memes y los fake news, Twich, los videojuegos, Tinder, Youtube y Netflix, desde las cámaras fotográficas hasta las aplicaciones del llamado capitalismo de plataformas.   
14. La formación recibida en carreras de comunicación pensaba la crítica para un paradigma de medios tradicionales. Tenía una impronta fuertemente instrumentalista, contenidista y denuncista. La verdad todavía era un valor. Si los medios eran instrumentos productores de contenidos que se pretendían neutros pero que en realidad estaban al servicio de intereses dominantes, entonces la crítica pasaba por develar la falacia.  
15. ¿Pero qué pasa cuando los medios constituyen nuestro ambiente, el líquido amniótico que habitamos? ¿Dónde queda la crítica cuando los que generan mensajes ya no son sólo los medios tradicionales o los especialistas a través de sus instrumentos sino cualquiera del nosotros colaborativo? A su vez, ¿qué pasa cuando el emitir es inherente a lo que la época nos hace hacer para mantenernos productivos y rendir?
16. ¿Sigue siendo disruptivo limitar la postura crítica a denunciar las mentiras de Clarín? Si la resonancia de un medio no moldea tanto el qué pensamos y decimos como el cómo pensamos y lo decimos, aparte de argumentar en contra de lo que dijo Leuco, ¿no se insinúa como potente encontrar también maneras de sustraernos de las lógicas de la opinión y el panelismo en nuestras vidas cotidianas?  
17. Dos tentaciones. Una, el moralismo de la argumentación: a la habladuría sin argumentos del otro oponerle el peso de los fundamentos, las pruebas, la verdad, los documentos y pretender que eso, propio de una epistomología alfabético-letrada, siga teniendo una validez superior. Otra, el productivismo de la contra-información: ¿y si el problema estuviera justamente ahí, en la información?
18. ¿Cómo interpela este panorama a las redes de colectivos y espacios autogestivos que vienen sosteniendo prácticas de comunicación comunitaria? ¿Qué balance hacer desde ahí hoy? ¿Habría posiciones y activismos posibles más allá de las figuras del regulacionismo (materializado en la truncada Ley de medios), la protección de los datos, el llamado a la desconexión o la liberación del algoritmo?
19. Como especie hemos tomado conciencia de los peligros que nos amenazan, escribe Herzog. Comprendemos por ejemplo que el poder nuclear entraña un peligro real para la humanidad. La falta de un imaginario adecuado, dice, es un peligro de igual magnitud. ¿Qué les hemos hecho a nuestras imágenes?, ¿qué les hemos hecho a nuestros paisajes degradados? Si no desarrollamos imágenes adecuadas, afirma, nos extinguiremos como los dinosaurios.
20. Si algo tiene la sobreproducción de imágenes maquínicas es que saturan la imaginación. Inhiben la capacidad de generar imágenes propias, orgánicas, autónomas. Si la imaginación de una vida no-capitalista ya venía estando bastante cancelada, el loop de la pandemia exacerbó esa obturación. ¿Cómo sería vivir de otra manera? Para la crisis global que viene, ¿son las imágenes un campo de batalla? 

(* En interlocución con el Colectivo Mil Faros)