Mostrando entradas con la etiqueta animalidos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta animalidos. Mostrar todas las entradas

domingo, 3 de septiembre de 2023

Sala de castración

[Vemos a dos hombres, de entre cuarenta y cuarenta y cinco años, de aspecto intelectual bienpensante, bastante hegemónicos, sentados uno al lado del otro en la sala de espera de una veterinaria, en un barrio que podría ser Chacarita o Colegiales, en una ciudad como Buenos Aires. Cada uno está con su respectivo perro y un tupper de plástico. No parecieran ser amigos pero sí conocerse, acaso por cruzarse seguido en el vecindario o por ser habitués de la veterinaria. Comparten una misma estética, una cosmovisión, un lenguaje, una mirada de la realidad. Hay una mesita baja de la que sacan diarios y revistas para paliar la espera, mientras van hablando…]

domingo, 19 de mayo de 2013

De armas tomar



Si no se saca los dedos de los oídos, mi comandante, dudo que vaya a poder tirar, dijo en medio de la cacería el comisario de Colón, quien, pese a mis explicaciones, seguía obstinado en llamarme así tanto como en verme disparar la escopeta.

Microcuentos


La acabadita

(Mail de un amigo al otro) “Con la mina de la otra noche al final estuvo buenísimo. Me quedé en su casa y todo. Lo bueno del garche fue que estuvo completito. Tuvo desde abrazos y caricias, una cosa muy tierna, hasta acabadita en la boca, como frutilla del postre para coronar una velada memorable, no sabés. Ahí fui al baño, escupí, me limpié un poco y cuando volví a la cama nos quedamos dormidos. Ojalá la vuelva a ver de nuevo. Después igual te cuento bien”.

jueves, 14 de marzo de 2013

Nubes amarillas naranjas


1. Tratar de dormir y de despertarse. Ir de la cama al escritorio. Nada más salir del monoambiente para las necesidades básicas. Despertarse y dormir.

2. En algún lugar de la ciudad, seguro dos hermanitos entran felices a su casa con la flamante pelota de cuero que en el supermercado acaban de comprar. Mientras se sirven Coca del freezer dejan la bocha quieta en el medio del patio. El gato que tienen como mascota se acerca entre tímido y curioso a husmear la nueva presencia. En eso, la pelota estalla y revienta en gajos. Los chicos salen alarmados por el estruendo y se encuentran con el suceso. Uno le echa la culpa al gato, que ha corrido disparado hacia los techos.

domingo, 19 de agosto de 2012

Crónica de un sábado con El Ñato


Aunque charlar con él me fuera a servir para el guión, bajo ningún punto de vista tendría que haberle dicho que sí al Ñato. Y no porque los planes basados en el utilitarismo de personas suelan terminar mal, como si recibiésemos nuestro merecido por actitudes tan feas, sino porque lisa y llanamente El Ñato es de esos amigos que, de alguna u otra manera, siempre se las terminan ingeniando para meterte gratuitamente en sus problemas. O sea: ver al Ñato ya es en sí misma una invitación segura a terminar mal.

jueves, 22 de marzo de 2012

Los indios tayrona y otras postales ecuacolombianas


1. Un veterano indio Tayrona, a Daniela, una amiga austríaca, dialogando sentados al atardecer en la playa de Ciudad Perdida, norte de Colombia casi Venezuela, reflexionando entre consternado e incrédulo, en cualquier caso con gesto de desaprobación, al observar cómo un exhausto contingente de turistas recién llegados se interna en las reparadoras aguas del caribe: "Yo no sé por qué insisten con bañarse en el mar. El mar… el mar es para los peces"
2. La veteranía es un rara habis en los Tayrona. Según dicen, su promedio de vida es de cuarenta años, hecho que algunos adjudican a los mosquitos. Parece que, para ahuyentarlos, los Tayrona duermen todas las noches en sus chozas alrededor de un fuego. Así, lo que ganan en repelencia lo pierden en salud, dado que la tolerancia del pulmón humano al humo, según parece, es, aproximadamente, de unos cuarenta años.
3. Taganga, pueblo de los alrededores de Santa Marta, región de pantanos y ciénagas. Obvia humedad. Calles de tierra. Mucha basura tirada y muchos perros. Frente a la puerta de cada casa, cada familia sentada tomando el fresco escucha a todo volumen su propio ballenato. Un perro no se rasca las pulgas: se las muerde.
4. Cualquier tarde de Cartagena y Santa Marta en noviembre. Se nubla. Empieza a llover hasta la madrugada. A los diez minutos de tormenta, ya las calles se vuelven ríos de agua olorosa y negra. Solo quedan miles de taxis y vendedores con el agua hasta las rodillas. A la mañana del otro día las mujeres vuelven a deambular por la ciudad paseando al sol sus atributos y nadie parece recordar la lluvia.