jueves, 22 de marzo de 2012

Los indios tayrona y otras postales ecuacolombianas


1. Un veterano indio Tayrona, a Daniela, una amiga austríaca, dialogando sentados al atardecer en la playa de Ciudad Perdida, norte de Colombia casi Venezuela, reflexionando entre consternado e incrédulo, en cualquier caso con gesto de desaprobación, al observar cómo un exhausto contingente de turistas recién llegados se interna en las reparadoras aguas del caribe: "Yo no sé por qué insisten con bañarse en el mar. El mar… el mar es para los peces"
2. La veteranía es un rara habis en los Tayrona. Según dicen, su promedio de vida es de cuarenta años, hecho que algunos adjudican a los mosquitos. Parece que, para ahuyentarlos, los Tayrona duermen todas las noches en sus chozas alrededor de un fuego. Así, lo que ganan en repelencia lo pierden en salud, dado que la tolerancia del pulmón humano al humo, según parece, es, aproximadamente, de unos cuarenta años.
3. Taganga, pueblo de los alrededores de Santa Marta, región de pantanos y ciénagas. Obvia humedad. Calles de tierra. Mucha basura tirada y muchos perros. Frente a la puerta de cada casa, cada familia sentada tomando el fresco escucha a todo volumen su propio ballenato. Un perro no se rasca las pulgas: se las muerde.
4. Cualquier tarde de Cartagena y Santa Marta en noviembre. Se nubla. Empieza a llover hasta la madrugada. A los diez minutos de tormenta, ya las calles se vuelven ríos de agua olorosa y negra. Solo quedan miles de taxis y vendedores con el agua hasta las rodillas. A la mañana del otro día las mujeres vuelven a deambular por la ciudad paseando al sol sus atributos y nadie parece recordar la lluvia.
5. Asado al aire libre al mediodía con unos rosarinos en Puerto Misahuallí, selva amazónica secundaria del ecuador. Nos rodea un grupo de unos diez monos. Uno logra franquear nuestra endeble defensa. Se acerca a la mesa. Huye con la botella del off.

6. Granja de rehabilitación de animales amazónicos para su futura reinserción en la vida natural, a orillas del río Napo, saliendo de Misahuallí una hora río abajo. Zona de jaula de los monos. Uno de los coordinadores del emprendimiento: “Ese mono grandote que ven ahí en el medio es el padre. Hace poco lo soltamos. Lo largamos por acá cerca para observar su comportamiento. Pero algo y enseguida lo tuvimos que traer de vuelta: el primer día que anduvo suelto se comió una tortuga y mató a otros dos monos”.
7. Trayecto en colectivo de Quito a Esmeraldas. Kilómetros enteros de campos de unos plátanos gigantes, monstruosos. Pueblitos perdidos cada tanto. Suben unos cinco o seis niños que vienen de jugar un partido de fútbol contra niños de otro pueblo. Se acercan curiosos y empieza la tanda de preguntas: “¿Usted es de por acá?” “No” “¿Y anda solo?” “Sí” “Y cómo es que anda solo: ¿no tiene mamá?” “Tengo” “¿Y su mamá qué le dice, lo deja?”… Y siguen: “¿Usted sabe andar a caballo?” “No” “¿No sabe?” “No, no sé, en serio” “Y cómo, ¿anda con sus pies solitos nomás?, ¿no se cansa de ir tan despacito?”
8. Kiosco. “¿Cuánto cuesta ese chocolate?” “Ese sale 25 centavos. Y si lleva dos, le dejo los dos a 50” “Pero cómo 2 por 50, no entiendo...” “Claro, es la promoción: 1 X 25, 2 X 50”.
9. Cualquier terminal. “¿A qué hora sale el colectivo?” “Ahorita nomás. Ahorita cuando se llene sale”.
10. La imagen de un viajero mal llevado y fundamentalista que brota, en el mirador de Salento, zona cafetera colombiana, un lunes feriado a la tarde repleto de turistas, ante la hartante y vociferadora oferta de uno de los tantos vendedores ambulantes: “Hay fritada, sequito de poio a un dólar, bebida cola agüita. Hay fritada, sequito de poio a un dólar, bebida cola agüita. Hay...” “Sí, y también hay demasiada gente y demasiado griterío, por qué no se callan un poco y lo dejan a uno ver la puesta del sol tranquilo”.
11. La imagen del mismo viajero, luego de horas y horas con fiebre arriba de un colectivo al que cada dos metros suben toda clase de vendedores a los gritos: “Tengo juguito de coco, helado, tengo empanadas, sequito de poio aguita fresca…” “Sí, y yo tengo puesta una remera blanca, ¿y?”.
12. Noche con un grupo de belgas, suizos y holandeses. Boliche en Baños de Agua Santa, oriente del Ecuador. Suena de fondo el Tutá Tutá, de los Decadentes. Delirio. Estalla la pista. Un pibe y una piba lugareños. Él me mira. Ella de espaldas y mirando al suelo. Él se acerca: “Ella pregunta si no quiere bailar” “No amigo, le agradezco, pero yo por lo general no bailo”. “Dele, no sea malito, baile, baile con ella...”.
13. Desde la mañana a la noche, cada diez minutos, altoparlante desde la sede comunal de Montañita, la mejor pero más despreciable playa del Pacífico, con locutor oficial emitiendo en vivo distintos comunicados a los vecinos y habitantes del pueblo:
“… Les reiteramos que todavía nos quedan unos noventa frascos de veneno para las ratas que nos ha enviado el ministerio de salud para erradicar las ratas. Reiteramos: a toda aquella familia que aún no se haya acercado, vengan con su correspondiente documentación a retirar lo que es el veneno para las ratas que ha enviado el ministerio de salud del gobierno. Acérquense con su documentación correspondiente que todavía nos quedan frascos de lo que es el veneno para las ratas… ”
“… También les reiteramos que, una vez que la rata está muerta, por favor no arrojarla a la basura ni a la calle. Por favor, no, porque eso puede traer nuevas enfermedades de lo que es la rata. Lo que recomendamos es que, una vez que la rata está muerta por la acción de lo que es el veneno para las ratas, hacer un pequeño hueco en la tierra, arrojar la rata y prenderle fuego… ”
“… Nuevamente aquí desde la comuna, para hacer un llamado a la solidaridad de todos aquellos que quieran donar dinero para nuestro compañero Jacinto Borbor Borbor quien, representando al equipo de fútbol de nuestro pueblo, sufrió en un choque rotura de mandíbula, y tiene que someterse a una costosa operación en la capital. Les reiteramos: llamamos a la solidaridad para colaborar con la familia de nuestro compañero Jacinto Borbor Borbor… ”
14. Hediondo puente sobre el arroyo de desagües y desechos que cruza Montañita: pasa flotando un gato muerto.