[Vemos a dos hombres, de entre cuarenta y cuarenta y cinco años, de aspecto intelectual crítico, bastante hegemónicos, sentados uno al lado del otro en la sala de espera de una veterinaria, en un barrio que podría ser Chacarita o Colegiales, en una ciudad como Buenos Aires. Cada uno está con su respectivo perro y un tupper de plástico. No parecieran ser amigos pero sí conocerse, acaso por ser habitués de la veterinaria. o por cruzarse seguido en el vecindario. Comparten una misma estética, una cosmovisión, un lenguaje, una mirada de la realidad. Hay una mesita baja de la que sacan diarios y revistas para paliar la espera, mientras van hablando…]
HOMBRE
1 (Mirando algo en el Diario, con cara de circunstancia, compungido, aunque
sin poder evitar el tono de jactancia): ¿Sabés lo que hace falta en este país?
HOMBRE
2: Qué…
H1:
Militancia…
H2 (asintiendo,
enfatizando las palabras del otro): ¡Telepatía! Es como si me hubieses leído el
pensamiento. Justo te estaba por decir: lo que hace falta en este país es
militancia...
H1:
De esta se sale con mi-li-tan-cia…
H2:
Tal cual
H1:
Falta bajar un poco más a los territorios…
H2:
Porque si vos no bajas a los territorios, los territorios vienen a vos…
H1:
Hay que dejar de comentar la realidad…
H2:
Hay que poder transformarla, en vez de comentarla…
H1:
Acá sobra el análisis. Sobran las especulaciones…
H2:
Si, pero a la vez falta caracterización…
H1:
¡Falta caracterización! Una buena caracterización de la época…
H2:
Del nuevo sujeto…
H1:
Como sea, después de esto que pasó, se acabaron las especulaciones…
H2:
Ahora, a llorar a la iglesia, no queda otra que poner el cuerpo…
H1:
Se habla mucho. Se habla demasiado. Se le sube el precio a temas que, a mí
me parece, no revisten la menor seriedad. Se le hace un constante culto a la
banalidad. Un permanente homenaje a lo insustancial. Plantitas ornamentales,
materiales de utilería, conversaciones de peluquería con luces artificiales. No
hablemos más de economía, hablemos de semiótica. Seamos serios…
H2 (enfatizando):
Hablemos de semiótica…
H1:
Palabras vanas, rayanas en la levedad, haraganas. Bulones de papel, dientitos
maquetados, fantasmagorías irreflectas en espejitos cromados. Seamos serios,
miremos los temas importantes, hablemos bien…
H2:
Falta poner el cuerpo… Y hablar de semiótica…
H1:
Igual, hay que esperar…
H2:
Cierto, todavía no está nada confirmado…
H1:
Todavía hay que ver, seamos cautos…
H2:
Hay que ver qué pasa con El Pibe…
H1:
¿Romperá o no romperá?...
H2:
¿Irá por afuera?
H1:
¿Tirará algún centro?
H2:
¿Vos tenés algo?
H1:
A mí lo que me llegó, de una fuente muy cercana al entorno del Pibe… es que
hay que esperar…
H2:
¿Y del bunker del Turquito te llegó algo?
H1:
Rumores. Pero en concreto, nada. Plantitas ornamentales, materiales de
utilería…
H2:
Acá el tema, de todos modos, es que con la juventud no se puede contar…
H1:
Totalmente. Se nota mucho en la Universidad. Imagino que en tu cátedra vos
también lo notarás…
H2 (corroborando,
espantado): No creen en la ciencia…
H1:
Ni en la democracia…
H2:
Ni en el futuro…
H1:
Ni en el pasado…
H2:
Son puro presente…
H1:
Puro presente…
H2:
Y no creen en el Estado…
H1 (agarrándose
la cabeza, en el climax del diagnóstico compartido): ¡No creen en el Es-ta-do!
H2:
¡Y no quieren militar!
[Continuará]