domingo, 3 de septiembre de 2023

Sala de castración

[Vemos a dos hombres, de entre cuarenta y cuarenta y cinco años, de aspecto intelectual bienpensante, bastante hegemónicos, sentados uno al lado del otro en la sala de espera de una veterinaria, en un barrio que podría ser Chacarita o Colegiales, en una ciudad como Buenos Aires. Cada uno está con su respectivo perro y un tupper de plástico. No parecieran ser amigos pero sí conocerse, acaso por cruzarse seguido en el vecindario o por ser habitués de la veterinaria. Comparten una misma estética, una cosmovisión, un lenguaje, una mirada de la realidad. Hay una mesita baja de la que sacan diarios y revistas para paliar la espera, mientras van hablando…]

 

HOMBRE 1 (Mirando algo en el Diario, con cara de circunstancia, compungido, aunque sin poder evitar el tono de jactancia): ¿Sabés lo que hace falta en este país?

HOMBRE 2: Qué…

H1: Militancia…

H2 (asintiendo, enfatizando las palabras del otro): ¡Telepatía! Es como si me hubieses leído el pensamiento. Justo te estaba por decir: lo que hace falta en este país es militancia...

H1: De esta se sale con mi-li-tan-cia…

H2: Tal cual

H1: Falta bajar un poco más a los territorios…

H2: Porque si vos no bajas a los territorios, los territorios vienen a vos…

H1: Hay que dejar de comentar la realidad…

H2: Hay que poder transformarla, en vez de comentarla…

H1: Acá sobra el análisis. Sobran las especulaciones…

H2: Si, pero a la vez falta caracterización…

H1: ¡Falta caracterización! Una buena caracterización de la época…

H2: Del nuevo sujeto…

H1: Como sea, después de esto que pasó, se acabaron las especulaciones…

H2: Ahora, a llorar a la iglesia, no queda otra que poner el cuerpo…

H1: Se habla mucho. Se habla demasiado. Se le sube el precio a temas que, a mí me parece, no revisten la menor seriedad. Se le hace un constante culto a la banalidad. Un permanente homenaje a lo insustancial. Plantitas ornamentales, materiales de utilería, conversaciones de peluquería con luces artificiales. No hablemos más de economía, hablemos de semiótica. Seamos serios…

H2 (enfatizando): Hablemos de semiótica…

H1: Palabras vanas, rayanas en la levedad, haraganas. Bulones de papel, dientitos maquetados, fantasmagorías irreflectas en espejitos cromados. Seamos serios, miremos los temas importantes, hablemos bien…

H2: Falta poner el cuerpo… Y hablar de semiótica…

H1: Igual, hay que esperar…

H2: Cierto, todavía no está nada confirmado…

H1: Todavía hay que ver, seamos cautos…

H2: Hay que ver qué pasa con El Pibe…

H1: ¿Romperá o no romperá?...

H2: ¿Irá por afuera?

H1: ¿Tirará algún centro?

H2: ¿Vos tenés algo?

H1: A mí lo que me llegó, de una fuente muy cercana al entorno del Pibe… es que hay que esperar…

H2: ¿Y del bunker del Turquito te llegó algo?

H1: Rumores. Pero en concreto, nada. Plantitas ornamentales, materiales de utilería…

H2: Acá el tema, de todos modos, es que con la juventud no se puede contar…

H1: Totalmente. Se nota mucho en la Universidad. Imagino que en tu cátedra vos también lo notarás…

H2 (corroborando, espantado): No creen en la ciencia…

H1: Ni en la democracia…

H2: Ni en el futuro…

H1: Ni en el pasado…

H2: Son puro presente…

H1: Puro presente…

H2: Y no creen en el Estado…

H1 (agarrándose la cabeza, en el climax del diagnóstico compartido): ¡No creen en el Es-ta-do!

H2: ¡Y no quieren militar!


[Continuará]