martes, 16 de marzo de 2021

Los límites del humor

 

[Un comediante está haciendo su rutina en un evento privado]

… Ya que acá estamos solos y no nos ve nadie, dejenmé que les cuente una intimidad del mundo del espectáculo. Cuando me hacen entrevistas, me suelen preguntar cuál es la clave del humor. ¿El timing para los chistes, tener una buena premisa, el remate, la sorpresa? Es una pregunta repetida y cada comediante tiene su propia respuesta. Yo digo que para mí la clave está en la identificación. En lograr que se genere en el público un buen nivel de identificación... Supongamos: ¿viste cuando estás comiendo algo en un bar, o un restaurant, y se te acerca un pibe de la calle a pedirte una moneda y le decís “no tengo”, pero en realidad es recontra obvio que sí tenés? ¿Nunca les pasó?...

No sé si saben, pero a mí toda esta situación de diferencia social y desigualdad que estamos viviendo en el país me está haciendo reflexionar bastante, aunque ustedes no lo crean. Sí, aunque el trabajo de uno sea hacer reír, no por eso deja de tener su sensibilidad, ¿o no? Sin ir más lejos, la semana pasada tuve que ir a hacer un trámite al centro y vi algo que me dejó muy impactado. Iba caminando y en una esquina había una familia viviendo en la calle. Dos adultos y unos cuatro o cinco chiquitos, tirados arriba de cartones y colchones, amuchados por el frío, todos encimados.... Entonces agarré, me acerqué indignado al policía de la cuadra, le señalé la situación y le dije, como para que alguien tome cartas en el asunto: ¿cómo puede ser que estas cosas sigan pasando en nuestra Argentina? ¡Hagan algo, viejo! ¿No ve que no están respetando el metro de distancia reglamentario? ¡Basta de privilegiados!... 

En la empresa que era de mi mamá y que ahora es de mi hermano, el tema este de los privilegios que hoy tanto se discute ha sido siempre problemático. Siempre eh, ojo, no es algo de ahora... Si se te llega a romper un caño de agua o algún aparato eléctrico en la oficina un fin de semana y tenés que llamar a alguien de mantenimiento para que te lo arregle, fuiste; hasta el lunes estás sonado: ¡nadie te trabaja domingos ni sábados! Después se quejan cuando hay reducción de personal. Hay personal al que habría que reducir, pero con el método ancestral de reducción de los Jíbaros, más que con las recetas de Cavallo…

Hablando de cosas eléctricas. Vieron que el Covid es como tener internet en la casa: al principio muy pocos tenían y ahora todos tenemos…

Seguramente ustedes, que son emprendedores exitosos, saben más que yo de esto, pero a mí me parece que el tema de los trabajadores esenciales se manejó exclusivamente desde el punto de vista de la salud y no se tuvo para nada en cuenta la economía. Para nada. En ese punto, y con esto no estoy diciendo ninguna novedad, el gobierno actuó con cierta miopía... ¿Ningún funcionario pensó en el campo, o en la minería? Digo, por citar dos sectores muy dinámicos de nuestra economía. Si no declaras esencial la actividad de un peón rural o de un minero cordillerano, ¿quién va a ir hacer esos trabajos? ¡Son trabajos esenciales! Y es gente que, si no puede laburar, después se te termina yendo a vivir al conurbano...

Tengo un amigo que a veces hace trabajos para la Barrick Gold y me contaba, muy preocupado, sobre la falta de conciencia de los mineros. Un panorama alarmante. Él los veía y no podía creer que algunos se metieran a picar la piedra en esas cuevas todas cerradas, con todos esos gases tóxicos emanando, donde no hay ventilación… ¡sin el barbijo puesto! Fijate vos, viejo, una locura, qué falta de consideración por los demás, qué falta de cuidado…

Cambiando un poquito de tema, vieron que la pandemia lo que hace es poner a la muerte en el centro de la conversación y todo el tiempo nos recuerda que somos finitos, que estamos acá de paso y que nos podemos ir en cualquier momento, ¿o no señor de la mesa del fondo?... Y entonces uno, inconcientemente, medio que empieza a concientizarse. Trata de valorar lo que tiene, de aprovechar lo que le queda con los seres queridos, de dejar por las dudas todo ordenado… Y también empieza a pensar en el después. Y ahí entra a rondar una decisión muy importante, que todos vamos a tener que tomar alguna vez, tarde o temprano: la donación de órganos. Tema controvertido si los hay. ¿Donar o no donar? Todo un dilema, ¿no? ¿No les pasa que re donarían sus órganos pero que, con la ansiedad que hay, les da miedo que no esperen a que terminen de usarlos?...

Pero volviendo al asunto de las desigualdades y los privilegios, debo decir que hay posiciones con las que no estoy de muy de acuerdo. No. Hay visiones, para mi gusto, un poco exageradas. Hay que reconocerlo. Miradas un tanto sesgadas. La de mi primo, por ejemplo. Él se queja porque cuando hace mucho frío a las personas en situación de calle las llevan a un refugio y les dan abrigo. ¡No te quejes, le digo yo, mirá el lado positivo: agradecé que no las llevan a un club con pileta cuando hace calor en verano!...

La imposibilidad de ver el vaso medio lleno, ¿verdad? Cincuenta por ciento de pobres, dicen muchos y se lamentan. Bueno, !¿pero y el otro cincuenta?! 

Cuánto que hay para decir sobre las cosas que pasan en la calle, ¿no? Un universo aparte… Otra postura con la que no estoy de acuerdo es la de la prohibición. Disculpen si opinan distinto, pero para mí a los malabaristas, los acróbatas, los payasos y otros artistas callejeros como los limpia vidrios, los lustra botas y los vendedores ambulantes… no hay que prohibirlos. La solución nunca pasa por prohibir. En todo caso hay que regularlos y darles encuadre legal desde el Estado. ¿O no, señor Ministro de Cultura Tristán Bauer?...

Hablando de todo un poco, ya que estamos les pregunto. ¿Vieron los repartidores que te llevan el pedido a tu casa cuando pedís por delivery? ¿No les pasa que últimamente están viendo cada vez más Rappis a pie? Qué pobreza, che, ni para la bicicleta… Mandar un Rappi de a pie es como mandar un mensaje de texto…

Por cierto, el domingo pasado hice mi buena acción del día y evité un suicidio. Vi un Rappi en una plaza, solo, desahuciado, con un revolver, a punto de pegarse un tiro. Un chico joven, sano, con todo el futuro por delante... Me acerqué desesperado y le grité, como para que recapacite: ¡no lo hagas, te va a bajar el puntaje!...

Creo que el Estado debería asignar un repartidor a cada familia, fijo. Que cada familia en condiciones de pedir delivery tenga asignado su propio chico. Y así se terminarían un montón de problemas: la paranoia de no saber quién es la persona que te está tocando el timbre, los accidentes de tránsito y la inseguridad. La inseguridad que tiene la empresa, que nunca sabe hasta cuándo le va a durar un empleado…

Es así, está complicada la calle. Perdonen que insista, no sé si se identifican con esa sensación, tampoco es que quiera sonar alarmista, cuidado. Es solamente que uno está todo el día escuchando hablar de motochorros, pungas, salideras, mucho robo de celulares... Y de la policía. La policía en el ojo de tormenta, siempre cuestionada, por izquierda y por derecha. Ahora que está en boga la discusión sobre la cultura de la cancelación, pensaba que el gatillo fácil es como el “bloquear persona” del policía, ¿no? Un clic y chau, cancelado…

 ¿Vieron que hay una relación directa entre parquedad y fuerzas de seguridad? Cuanto más poli o más milico sos, más parco sos. Es una relación proporcional entre el uniforme y la cantidad de palabras. Son gente que tranquilamente podrían haber sido monjes tibetanos, pero por suerte eligieron quedarse acá, entre nosotros, para cuidarnos…

Muchas gracias, señoras y señores, han sido un público maravilloso esta noche, espero que sigan disfrutando su cena show y recuerden que por cualquier comentario o recomendación me pueden seguir en mis redes sociales. Esto ha sido todo, será hasta la próxima, hasta acá llegó el humor, un poco de humor para descomprimir los dramas y sobrellevar la vida con menos preocupación…