sábado, 10 de noviembre de 2018

Diez tesis sobre el Diez

1. Maradona suele ser mayormente hablado desde dos lugares: el tilingo-moralizante y el progresista-nostálgico. Si escuchar las voces representativas del primero genera enojo, la melancolía solemne del segundo deja un regusto a tristeza. Mientras las tías culturales se escandalizan por cómo, con sus modales de mal educado, nos hace quedar a los argentinos en el exterior, los poetas rioplatenses quieren hacerle decir a Diego todo el tiempo cosas contra la avanzada del neoliberalismo en nuestro continente. Ambas posiciones lo mediatizan. Y al postular una versión separada de sus potencias inmediatas, invisibilizan lo más interesante que genera el Diez: la alegría de verlo, la emoción y el placer estético que producen sus movimientos. 

martes, 21 de agosto de 2018

Diario de escritura, ciudad, generación y trabajo (III)


Escribir para no ser escrito. De acuerdo. En principio, por las novelas familiares que nos hablan. Después -y sobre todo- por los automatismos discursivos de la época. La que narra en nuestra familia es mi abuela paterna. De mi mamá no sé casi nada. Mi madre se deja narrar. Es así en la memoria. De boca de la rama materna de nuestra familia no recuerdo haber escuchado historias…  

domingo, 15 de julio de 2018

Diario de escritura, ciudad, generación y trabajo (II)


Por lo general pasa que me siento a dejar pasar el tiempo en los bancos de las plazas. Que después entro, y leo, y me quedo un buen rato en los bares. Que camino, sin demasiado rumbo planificado por los barrios y las calles de la ciudad. Así suelen ser mis atardeceres. Si alguien viera la secuencia desde afuera, seguramente no vería a un bohemio, ni a un flaneur benjaminiano, ni a un errante ético, ni a un infiltrado en misión clandestina. Tampoco vería a un situacionista en deriva peatonal ni a un romántico: vería, simplemente, a alguien que está solo y que no tiene que ir a ningún lado.

miércoles, 6 de junio de 2018

Recomendaciones para leer (#C6)

1. Volver de vacaciones se parece cada vez más a un split en verano: lo apagás y al minuto ya hace calor de nuevo, no quedan marcas en el ambiente ni en el cuerpo, como si nunca te hubieras ido a ningún lado. La subjetividad split es contemporánea de esta otra afirmación: hoy no estamos en soledad cuando nos quedamos solos en casa sino recién cuando salimos a la calle a hacer alguna tarea. Esto es algo que podría decir Jonathan Franzen. O el colega Agustín Valle. Por mi parte, lo pude comprobar yendo a trabajar a Santa Fe, cada quince días, durante más de dos años. Me la pasaba en autos o en reuniones, rodeado de abogados, funcionarios, choferes y policías; y en tiempos en que la gestión del ocio es una ocupación agobiante (dónde ir, cómo encontrarse, qué música escuchar, de dónde bajar los subtítulos), cada viaje intensivo de esos resultaba liberador. Al contrario del mini turismo, volvía renovado. Una fiesta del descanso por vía de la súper agenda y la hiper-reunión. La esfera pública era un remanso.

viernes, 16 de marzo de 2018

Crítica Literaria



“El cuento minimalista tipo carveriano, la crónica, ahora parece que el perfil. Por alguna razón, los géneros que se ponen de auge suelen ser aquellos más bien reglables y mediados por un componente de procedimiento. Por lo general, esos géneros tienen taller. A diferencia de la novela, que tiene clínica. O del ensayo, que no tiene nada […] La dolorosa declinación del ensayo en manos de los talleres literarios agrupados junto a editoriales y oficinas de publicaciones en la zona de la ciudad recientemente declarada Distrito Literario, prefiguraba los aires de normalización, ordenamiento y fascismo vecinal que en la aciaga hora se respiran” (Carta abierta enviada desde el exterior a los suplementos de cultura de los principales diarios. No publicada).

“Tren, Remington, telégrafo. Onganía, Levingston, Lanusse.Metrobus, Kevingston, canil” (Santas trinidades. Historia tecnológica de la sumisión sometida. De la Patagonia rebelde a la cityde nuestros días).

lunes, 19 de febrero de 2018

Notas sobre la angustia del tesista


1. Hacer una tesis es un bajón. Hay que asumirlo como premisa. Frases acongojadas como “me quedó colgada la tesis” o “tengo que terminar la tesis” se escuchan y verifican por igual en las carreras humanísticas, grado o posgrado, en sus distintos niveles. Siempre.

2. A los objetos de investigación se puede llegar por tres vías: por criterios estratégicos de vacancia teórica, por criterios fácticos de familiaridad o por pregunta-problema. Pero si esta última fuese la manera, ¿cualquier pregunta es una pregunta-problema? Y en caso de que no, ¿cómo hace uno para darse cuenta?