miércoles, 4 de julio de 2012

Propuestas artísticas para descomprimir el caos vehicular en la ciudad (#Columna del Doctor 1))


En Rosario se patentan cien nuevos autos por día y de un tiempo a esta parte sus calles se han vuelto intransitables. Puntos de la ciudad históricamente conectables en quince minutos pueden demandar hoy casi una hora. No queda calle que se salve del paso de hombre. Ni siquiera las más insulsas, Tres de Febrero por ejemplo, también conocida según un colega como “la Viamonte del microcentro”. ¿Qué hacer? En principio, salir de casa con mayor antelación. Y tener siempre un tranquinal a mano, cuestión de afrontar con paciencia verdaderas expediciones, hostiles travesías que entre otras cosas suelen incluir encarnizadas escenas de pugilato, situación en la que mejor tener más a mano un garrote que un tranquinal. ¿Pero qué más?

jueves, 22 de marzo de 2012

Los indios tayrona y otras postales ecuacolombianas


1. Un veterano indio Tayrona, a Daniela, una amiga austríaca, dialogando sentados al atardecer en la playa de Ciudad Perdida, norte de Colombia casi Venezuela, reflexionando entre consternado e incrédulo, en cualquier caso con gesto de desaprobación, al observar cómo un exhausto contingente de turistas recién llegados se interna en las reparadoras aguas del caribe: "Yo no sé por qué insisten con bañarse en el mar. El mar… el mar es para los peces"
2. La veteranía es un rara habis en los Tayrona. Según dicen, su promedio de vida es de cuarenta años, hecho que algunos adjudican a los mosquitos. Parece que, para ahuyentarlos, los Tayrona duermen todas las noches en sus chozas alrededor de un fuego. Así, lo que ganan en repelencia lo pierden en salud, dado que la tolerancia del pulmón humano al humo, según parece, es, aproximadamente, de unos cuarenta años.
3. Taganga, pueblo de los alrededores de Santa Marta, región de pantanos y ciénagas. Obvia humedad. Calles de tierra. Mucha basura tirada y muchos perros. Frente a la puerta de cada casa, cada familia sentada tomando el fresco escucha a todo volumen su propio ballenato. Un perro no se rasca las pulgas: se las muerde.
4. Cualquier tarde de Cartagena y Santa Marta en noviembre. Se nubla. Empieza a llover hasta la madrugada. A los diez minutos de tormenta, ya las calles se vuelven ríos de agua olorosa y negra. Solo quedan miles de taxis y vendedores con el agua hasta las rodillas. A la mañana del otro día las mujeres vuelven a deambular por la ciudad paseando al sol sus atributos y nadie parece recordar la lluvia.