martes, 20 de mayo de 2014

El Norbe, primera temporada completa


                                           1. El Norbe en una cita

Restó de Palermo. Cena íntima con una compañera de trabajo de su hermano, el presentador del noticiero. La chica pidió conocerlo cuando éste le comentó que Norbe tenía contactos con gente de La Cámpora. Al bocón y gordo Norbe no se le da bien la relación con las mujeres. De hecho, las contadas veces que suele relacionarse con alguna, lo echa rápidamente todo a perder. Pero esta vez la cosa parece ir bien.

ELLA: Me dijo tu hermano que estás trabajando en el Estado...
NORBE: (Presumiendo) Sí, claro, en la Oficina de Inspecciones. Entré por algunos conocidos que tengo.
ELLA: ¡Qué interesante! ¿Y no te cruzaste nunca con Axel?
NORBE: Con Axel, con Máximo, con Wado, con El Cuervo... pero contame un poco de vos: además del periodismo en la tele, ¿qué te gusta hacer?
La chica está por caer rendida a sus pies. Norbe es atento, humilde, se muestra interesado en ella, prefiere preguntar y escuchar antes que hablar y presumir. Y encima conoce a los principales cuadros de la organización más controvertida del momento. Además, seguro debe ser culto y refinado como el hermano. Ya no tiene dudas: Norbe le parece un excelente candidato. Hasta quizás esa misma noche terminen teniendo sexo sin restricciones.
ELLA: Mirá, varias cosas me gustan mucho, pero lo que más más me gusta es tocar el saxo.
NORBE: Ajá, ¿y el sexo? Seguro que con esa boquita lo debés saber tocar muy bien también…
La chica lo tilda de desubicado. Se levanta espantada y se retira del lugar. Una vez más, Norbe lo ha arruinado.

Una hora después, llegan sus amigos Patricio y El Tano. El Norbe los llamó porque no llegaba con la plata para pagar la cuenta.
NORBE: Vos podés creer, ¿tanto lío?, era un chiste nada más...
PATRICIO: Y bueno, Norbe, vos pensá que hoy la gente está muy mal de la cabeza, con tanto acelere diario cuesta mucho poder relajarse y disfrutar...
EL TANO: Sí, hasta el sentido del humor nos robó el neoliberalismo en los noventa...


                                             2. El Norbe camarero

Como no pudo pagar la cuenta de su fallida cita, El Norbe tuvo que trabajar una semana en el Restó de Palermo como camarero. Un miércoles está atendiendo a un tipo con aires de yuppie que pidió para almorzar el menú ejecutivo del día: canelones con carne estofada en salsa de puerro salseada al verdeo de puerro salseado. El tipo está terminando el almuerzo cuando El Norbe se acerca.
NORBE: ¿El señor desea servirse algo más o puedo retirar?
TIPO: No, está bien, retirá nomás y andá trayéndome la cuenta
NORBE: Muy bien, enseguidita se la alcanzo...
Pero antes de retirarse, Norbe pregunta:
NORBE: Disculpe, noto que dejó usted un canelón sin comer…
El tipo lo mira sorprendido
TIPO: Es que ya estoy satisfecho. Ojo, estaban riquísimos...
NORBE: No lo va a comer entonces...
El tipo ensaya una justificación, aún sin estar del todo convencido de tener que darla
TIPO: Lo que pasa es que tengo que volver a la oficina, y si me lleno mucho me agarra sueño…
NORBE: (Perdiendo la paciencia) Mire señor, lo va a tener que comer. Le explico: un canelón no se puede guardar para recalentar y volver a servir después, al menos no en este establecimiento, donde acostumbramos cuidar las formas. Y tanto a los camareros como al personal de cocina no se nos tiene permitido comer las sobras ni llevarnos nada a nuestras casas. Quiero decir: si usted no lo come, ese canelón va ir a parar a la basura; ¿y a usted le parece, semejante desperdicio, con la cantidad de chicos que en Tucumán se mueren de hambre? Digame, con una mano en el corazón, ¿le parece?
El encargado del salón advierte la situación.

Una hora después, El Norbe, Patricio y El Tano están en un umbral del barrio sentados tomando una cerveza.
NORBE: ¿Se dan cuenta? Al final, uno se preocupa por los que menos tienen y se termina quedando sin trabajo...

Esa misma noche, el tipo del canelón no puede conciliar bien el sueño. Tiene pesadillas. Sueña con niños barrigones hambreados de Somalia, de Haití, de Biafra. Se despierta transpirado y se siente una mala persona. Eso lo conduce a repasar su vida, sus acciones... Decide que desde ese mismo momento va a empezar a cambiar. Se levanta en plena madrugada y vuelve al bar. En el container de basura más cercano empieza a revolver, hurga buscando rescatar las sobras. Quizás todavía esté a tiempo. En eso, una cuadrilla de recolectores de CLIBA lo ve. Los recolectores interpretan que el tipo está mandado por el gremio opositor a boicotearles el trabajo y le dan una terrible paliza que lo deja en medio de la calle tirado.


                                             3. El Norbe con Dorita

El Norbe está en una esquina de la 9 de Julio controlando en un cuadernito la frecuencia del Metrobus. Es un trabajo que consiguió en el Gobierno de la Ciudad a cambio de no demandarlos por el accidente de su madre.
(NOTA DEL NARRADOR: La madre del Norbe se cayó cruzando la calle, al tropezar con el relieve de una franja de la senda peatonal recién pintada. Quedó postrada hasta su muerte).
En eso, lo va a buscar Dorita, la chica peruana cama adentro que la cuidó hasta su fallecimiento. Dorita tuvo que viajar al Perú con sus hijos para la Navidad y le dejó su casa de José León Suarez prestada al Norbe.
DORITA: (Desesperada) Señor Norbe, señor Norbe, ¿por casualidad usted sabe qué es toda esa basura que están tirando todos esos hombres de Cliba en el baldío de atrás de mi casa?
NORBE: (Malhumorado ya de entrada) Primero que nada buenas tardes, ¿no?, porque no sé cómo será en tu país pero acá nosotros acostumbramos saludar.
DORITA: Tiene razón, señor, disculpe, lo que pasa es que no sé qué hacer, y pensé que a lo mejor, como usted fue el último en estar en la casa…
NORBE: (Interrumpe, sube la temperatura y empieza a ofenderse) Dorita, ¿vos estás insinuando algo? ¿Me parece a mí o me estás acusando? ¿Justo a mí, uno de los miembros de la familia que tanto hizo por vos?
DORITA: (Quebrándose) No señor, le juro que no fue mi intención…
NORBE: Pensar que si no fuera por el accidente de mamá vos nunca hubieras tenido casa ni trabajo y todavía estarías en el Perú arriando llamas. Porque en la vida hay que tener memoria, Dorita: fuimos nosotros los que te enseñamos el oficio. Acordate cuando íbamos al supermercado y yo te hacía practicar llevando el carrito lleno para que te dieras maña después con la silla de mamá. Acordate cómo te ponías cuando se te trababan las rueditas al principio. Bien que estuvimos ahí para contenerte...
DORITA: (Llorando) Ya lo sé, señor, si usted sabe que yo siempre estaré agradecida, pero…
NORBE: Y para que sepas, sí, yo tuve que ver en el asunto éste de la basura que tanto parece preocuparte. Tengo un conocido del municipio trabajando en Medio Ambiente. Porque no sé si sabes que acá, los argentinos, ya no tenemos dónde tirar nuestra basura con todo este quilombo del CEAMSE… Yo pensé que liberarles la zona de tu baldío era una buena manera de que empezaras a devolver algo de lo que tanto te dimos, como familia y como país, pero se ve que me equivoqué, porque si tanto te afecta…
Dorita se va llorando
En eso, llegan El Tano y Patricio
NORBE: Vos podes creer, lo de Dorita, el egoísmo que tiene alguna gente...
PATRICIO: Y bueno, Norbe, qué va a ser, no es fácil dejar de lado los intereses individuales en favor de los intereses colectivos...
EL TANO: Vos porque estás acostumbrado a vivir en un país que vive en democracia...




                                       
4. El Norbe contra las palomas

Parque Centenario. Día. El Norbe recibió ahora, de sus conocidos del Gobierno de la Ciudad, un puesto en Parques y Paseos. Tiene que ir por las plazas persuadiendo a los ancianos que dan de comer a las palomas para que dejen de hacerlo. Porque ensucian el espacio público, y la imagen. En eso, El Norbe entra en un entredicho con un abuelo del barrio.
NORBE: (Perdiendo la paciencia) Mire señor, yo estoy apostando al diálogo pero usted parece que no la quiere entender. Si no cesa en su actitud, me va a tener que acompañar. Ya le expliqué que alimentar palomas es ilegal.
ANCIANO: Pero qué ilegal ni ilegal. Yo soy vecino del barrio de toda la vida, tercera generación de alimentadores de palomas. Mi propio abuelo me traía desde chiquito. En esa época les dábamos maíz, porque se podía conseguir barato, no como ahora con todo el asunto este de los transgénicos. Por eso yo les traigo miguitas de pan...
NORBE: (Lo interrumpe, subiendo la temperatura, ofendiéndose) Mire abuelo, muy interesante su clase de economía política, pero me parece que si no depone su accionar voy a tener que mandarle a los muchachos. Después no diga que no le avisé...
Empiezan a elevar el tono de voz y a hablar al mismo tiempo
ANCIANO: Haga lo que quiera, insolente, lo único que falta, de acá me sacan con los pies para adelante.
NORBE: Mire, si usted está al pedo en su casa y su mujer lo manda acá para poder meterle los cuernos tranquila, no es mi problema…
ANCIANO: Pero qué está diciendo, mocoso, cómo se atreve a manchar la memoria de mi señora, que murió hace años pobrecita, irrespetuoso (se quiebra)
NORBE: O sea que, además de cornudo, negador y mentiroso. A ver, ¿yo cómo sé que no me está mintiendo?, ¿tiene algún papel que acredite el fallecimiento de su mujer?, ¿por qué no me muestra una partida de defunción, o algo, ya que es tan vivo?
El viejo llora de la impotencia.
El Norbe aprovecha para confiscarle la bolsa de pan. Y los anteojos.
El viejo en algún momento lo muerde y él levanta la mano para sacudirle una cachetada.
En eso llegan Patricio y El Tano, que intervienen mediando en la situación y logran calmarlo
PATRICIO: Pará, Norbe, pará, qué hacés, ¿no ves que es un pobre viejo?
NORBE: (Con signos de dolor en la mano) ¡Pero me mordió el hijo de puta!
El TANO: Tranquilo, Norbe, tranquilo, mirá en lo que te estás convirtiendo…
NORBE: (Reacciona de la enajenación y se quiebra) Tienen razón, ¿en qué me estoy convirtiendo?, ¡¿en qué me estoy convirtiendo?!... Yo solamente quería cumplir con mi deber, responsablemente…
PATRICIO: Sí, Norbe, eso ya lo sabemos, pero tanta responsabilidad te va a terminar matando...
El Norbe se calma. Se sientan los tres en el banco en el que estaba sentado el Viejo, que al final se levantó llorando y se fue.


5. El Norbe viajando en colectivo de larga distancia

Al Norbe le iban a venir bien unas vacaciones, necesitaba desenchufarse. Andaba medio desbordado por el tema del trabajo. Entonces se mandó con Patricio y el Tano para Villa Gesell en un colectivo que viajó toda la noche. Durante el trayecto, El Norbe no paró de hablar por teléfono a los gritos y de recibir mensajes de texto. En medio del silencio del viaje, con todos los pasajeros intentando dormir, El Norbe dejó el ringtone en volumen alto. Los llamados y mensajes fueron con una socióloga con la que anda curtiendo. La conoció durante un fin de semana en el que agarró un currito de dealer. Cuando fue a su casa a llevarle el pedido, la socióloga le preguntó si no conocía a nadie que haya participado en algún linchamiento, porque estaba haciendo una tesis de doctorado sobre ese tema. Ahí empezaron a hablar y, como quien no quiere la cosa, terminaron entablando una relación sentimental. En eso, un tipo que viajaba unos asientos más adelante, no se pudo aguantar y reaccionó:
TIPO: Flaco, disculpame pero me parece una falta de respeto lo que estás haciendo. Te tenés que ubicar un poco, esto es un espacio público, acá hay gente que quiere dormir y no tiene por qué andar escuchando tus sonidos y conversaciones.
NORBE: ¿Y vos quién sos para hablarme así, y encima arrogarte el derecho de hablar en nombre de la gente? Hablá por vos, no por la gente.
TIPO: No es para que te lo tomes a mal, yo lo único que te estoy diciendo es que, si hablás, lo hagas en voz baja; y que si recibís mensajes, pongas el teléfono en silencio. Y estoy seguro que acá la mayoría piensa igual que yo.
El Norbe empieza a levantar temperatura y a ofenderse, y entonces, Patricio y el Tano, que viajan junto a él y ya lo conocen, tratan de intervenir poniendo paños fríos en el asunto.
PATRICIO: Dejalo, Norbe, es siempre lo mismo con los represores. Es increíble que a esta altura siga habiendo tipos como éste que no entienden que vivimos en democracia y que cada uno es libre de hacer lo que quiere. Dejalo, no le hagás el juego a la derecha...
EL TANO: Sí, seguro que este es de los tipos que preferirían volver a época de los militares...
Sorpresivamente para el tipo, el resto del pasaje se anima. Los pasajeros van levantando sus voces de protesta, pero en contra suya, no del Norbe. Empiezan por tildarlo de facho y el tenor de los epítetos va en aumento.
A todo esto, el día ya está clareando.
Al llegar a Pinamar, por precaución y para que la cosa no pase a mayores, los choferes del micro deciden bajar al tipo en la Terminal y darle un dinero para que pueda seguir el trayecto por su cuenta.


6. El Norbe y el hermano

Corrientes y Jujuy. Tarde. Puesto de bijou entre africanos. Llega el hermano del Norbe, ofuscado. Desde que volvió de Gesell, El Norbe está viviendo de arriba en su casa. Hasta poder mudarse a lo de la socióloga, según le prometió.
HERMANO: Escuchame, Norbe, hoy cuando llegué a casa vi que te habías llevado el papel higiénico…
NORBE: (Interrumpe) Y sí, qué te pensás, ¿que tenemos baño privado acá, como tenés vos en el canal? Además, con la fortuna que ganás por mes no te vas a andar fijando en un miserable rollo de papel.
HERMANO: No se trata de eso, Norbe, se trata del gesto…
NORBE (Vuelve a interrumpir el intento de argumentación de su hermano y empieza a levantar temperatura, a ofenderse): Yo no lo puedo creer. No puedo creer que mi propio hermano, sangre de mi sangre, me esté haciendo este planteo.
HERMANO: Insisto, no es un tema de plata. Es…
NORBE: Después de todo lo que hice por vos cuando éramos chicos. Cuánto desagradecimiento. Acordate cuando te encerrabas en el baño a vomitar y papá se enojaba porque no podía entrar a afeitarse, y mamá se enojaba porque entonces papá se afeitaba en la cocina y dejaba toda la mesada llena de espuma y de pelos... Bien que me hacía el boludo yo y no decía nada de lo que estabas haciendo ahí adentro. Bien que te cubría yo con tus problemas de anorexia.
HERMANO: Bulimia era lo mío, animal, bulimia, no anorexia. ¿Ves? ¿Ves que ni siquiera sabías el nombre de mi enfermedad? (Se quiebra)
NORBE: Es lo mismo. Es todo lo mismo con esas enfermedades frívolas. ¿Por qué no le preguntás a alguno de estos (señala a los africanos) lo que es tener problemas de verdad? Se pasaron un mes viajando colados en un barco sin tomar agua ni probar bocado y bien que no andan mariconeando por pavaditas chetas.
HERMANO: (Entre quebrado e ido) Yo necesitaba una contención de mi hermano mayor, una referencia…
El hermano se aleja, en medio de un acceso de llanto.
NORBE: (A gritos crecientes en plena calle, a medida que ve al hermano alejarse) Ma sí, andate y metete el papel higiénico y la casa en el orto. Para mí que vos nunca me pudiste perdonar que mamá no te haya podido dar la teta. Qué querés que le haga si se infectó durante mi parto...
En eso, llegan Patricio y El Tano.
NORBE: Vos podés creer, lo de mi hermano. El mismo llorón de siempre, enseguida se ofende...
PATRICIO: Bueno, Norbe, pasa que vivimos en una sociedad muy hipócrita...
EL TANO: Sí, vos porque sos sincero y decís lo que pensás, Norbe, pero hay gente que no está tan acostumbrada a la frontalidad...

     
7. El Norbe se anota para gendarme (Continuará…)