Ayer fue el último día de clases y a la noche fuimos a comer un cordero a la casa de los Berardi. Como en la sobremesa la conversación de los adultos me aburrió, pregunté si me dejaban ir a la cocina a ver televisión. En un momento la hija de los Berardi entró y me dijo si quería salir a la vereda a jugar con los demás, pero le dije que prefería quedarme escuchando las noticias. Después vino su hermano más grande y se puso a hacer comentarios sobre el programa de actualidad política que yo estaba viendo. Igual, con él ya casi no se puede hablar: últimamente está demasiado desarrollista.
Algo parecido pasa con el hermano del medio, el que va a mi mismo grado, con la diferencia de que él anda con los reformistas. Tal es así que, en el último trimestre, en los recreos, se fue alejando cada vez más del grupo de los laboristas. Una tarde la maestra lo retó, aduciendo que entre compañeritos no deben existir las internas. Claro, ella porque seguro está influenciada por su sobrino, que también le anda bajando línea a la hija de los Berardi, y tiene una postura más de tipo frentista.
Me acuerdo cuando salimos de excursión a
la planta potabilizadora en bicicleta. A la vuelta, estando a pocas cuadras de
la escuela, la Directora nos dio permiso para correr una carrera. El Berardi
del medio, el sobrino de la maestra y yo, que en el lavadero de casa le había
pegado al manubrio el botón de ir más rápido con una cinta, íbamos cabeza a
cabeza hasta que en la última media cuadra, la de la calle de ripio, nos pasó
uno que va a cuarto grado y los tres nos quedamos mirando, como no pudiendo
creer que nos esté ganando un demócrata progresista.
…
Esta mañana fuimos con papá al canje de
Humoller y noté que otra vez, dentro de lo que es el rubro usados, volvió a subir
el precio de las revistas. En la tapa de un diario, que no vi qué tan viejo
era, alcancé a leer que ya se habla de elecciones. Después lo acompañé a papá a
la vinería a cambiar las damajuanas, a lo de Bombelli a cargar la garrafa chica
y al kiosco de Pachi a comprar cartones de cigarrillos y pilas. A la tarde se
armó el arbolito y vinieron a ayudar mis primos, no los de la UCD como la mayor
de las Humoller, sino los otros, los dialoguistas.
Recuerdo que hace poco hubo una reunión
familiar en la casa de campo de nuestra abuela y fue prácticamente imposible
jugar con ellos al fútbol, debido a nuestras diferencias. Confieso, sin
embargo, que muchas veces me pregunto en qué va a terminar todo esto y, no sin
cierta nostalgia, añoro bastante la inocencia de aquella época dorada de la
infancia en la que éramos chicos y todo lo hacíamos en un marco de unidad:
limpiar los bebederos, juntar leña para el asado, la búsqueda del tesoro, la
escondida, estar en la pileta, darle de comer a las gallinas.
…
Para navidad recibí de regalo una radio
portátil. Tiene para escuchar AM y FM y es el regalo indicado porque, como los
diarios no están llegando y el televisor no se puede prender por los cortes de
luz, iba a ser complicado mantenerse al corriente de las novedades. Al día
siguiente nos vinimos a la casa que la familia de mamá tiene en las sierras de
Córdoba, para pasar el año nuevo. Menos mal, porque si nos quedábamos, iba a
tener que ir a la Colonia con mis otros primos, los liberales, y en vacaciones
yo preferiría no andar discutiendo tanto.
No obstante, como ocurre en cualquier
orden de la vida, el haber venido a las sierras tiene su costado negativo. Los
niños que hay acá provienen de distintas localidades y la mayoría son
falangistas, de la concertación, de la juventud, de la acción vecinal,
demócrata cristianos, social-demócratas, priistas y otras corrientes que allá
no hay, lo cual me tiene desconcertado. Por otra parte, en la montaña la señal
es muy mala. O sea que debo bajar caminando con la radio hasta el pueblo y
sentarme un rato en la plaza si pretendo seguir informado.
…
Para llegar al pueblo desde donde está la
casa, hay que recorrer dos kilómetros bordeando el río montaña abajo. Después
se atraviesa el puente colgante y ahí aparece la calle principal. A mitad de
camino, a la altura de la proveeduría, el río se hace menos caudaloso, la
corriente baja y el agua no me llega ni a la cintura. Podría cruzarlo y de ese
modo acortar camino yendo por la otra orilla, pero papá y mamá no me dejan
porque todavía no tengo suficiente edad.
“Yo con gente de la multisectorial no me
junto”, escucho que una nena le contesta a otra que anda con unos baldecitos y
la invita a hacer esculturas de arena hoy en el balneario. “Dejala Cami, no te
hagás problema, qué otra cosa se puede esperar de los keynesianos”, dice el
hermano de ésta. Mientras, en la radio ya se está hablando de una intervención.
Por mi parte, me encantaría acercarme a los chicos de las paletas, lástima que
sean tan nacionalistas.
…
Una cosa que me olvidé de contar es que
unos días antes de venirnos se hizo el acto de egresados de séptimo grado. Mi
parte preferida del acto es cuando van nombrando uno por uno a cada alumno y el
alumno tiene que bajar de la tarima, recibir el diploma y entregárselo al padre
o a la madre. La cooperadora, la mutual, la biblioteca pública, el rotary club
y otras entidades de fomento hicieron llegar sus premios al esfuerzo, al mejor
compañero y al mejor promedio. Hacía tanto calor que un chico se desmayó y se
partió la cara contra el suelo.
…
A medida que transcurre la semana se
vuelve evidente que algo pasa. ¿Pero qué? En el local de la principal, las
revistas ya salen tan caras como en lo de Humoller. En la estación de servicio
de la entrada, las colas se alargan. En la despensa almacén del vado hay
policías. La sala de videojuegos cierra temprano. Las personas se ven
visiblemente alteradas y los cruces verbales están a la orden del día. Anoche
se produjo un altercado fuerte que por poco no pasa a mayores entre un niño del
MID y otro republicano, por opiniones desencontradas, en la heladería.
Desde entonces llueve. No pudiendo
aprovechar el sol, el plan lógico de los turistas sería ir al cine. Pero como
acá cine no hay, los veraneantes se ponen a juntar carnada porque ni bien pare
la lluvia será ideal ir a pescar. Ese pasa a ser el mejor plan. A mí pescar me
gusta, me limpia, me aclara las ideas, me calma la cabeza aunque sea por un
rato. Lo que no me gusta es que muchos se llevan parlantes, ponen la música muy
fuerte y no se puede escuchar la radio.
…
Las horas previas a la cena de fin de año
me encuentran guarecido en la glorieta de la plaza, tratando de captar señal.
Sigue lloviendo y hay más descarga que nunca. En algún momento las nubes se
abren, la voz del informativo logra perforar el cerco de tormenta eléctrica y
enseguida entiendo lo que debo hacer: tengo que cruzar el puente colgante en
dirección contraria al contingente de autos que abandona en masa el lugar,
correr rápido montaña arriba unos kilómetros y avisarles a mamá y papá que ya empezó
el golpe de estado…